Hace dos semana nuestro ambicioso viaje por España llegó a su fin. El itinerario fue intenso; visitamos varias ciudades (a saber: Barcelona, Madrid, Pamplona, San Sebastián, Santander y Cádiz) y tuvimos la oportunidad de colaborar con otros creadores de contenido que llevo tiempo admirando. Conocer gente linda y visitar ciudades nuevas fue muy gratificante, pero quizá el principal highlight de nuestro viaje fue algo más inesperado: el descubrimiento de la app de carsharing “Drivy”. Para explicar la alegría que fue descubrir Drivy tengo que remontarme a la planificación del viaje.
Al esbozar nuestro itinerario, batallamos mucho para atinar la manera ideal de movernos con libertad por la geografía española. Por lo general, España ofrece un transporte público más que óptimo a nivel de ciudad. Sin embargo, nuestro viaje incluiría varios desplazamientos de larga distancia. Descartamos rápidamente los vuelos nacionales, por caros y por el tiempo perdido que suponen los aeropuertos. Los trenes de alta velocidad españoles son rápidos y cómodos, pero también costosos. Estaba claro que la solución pasaría por el transporte de carretera puro y duro. En el lado más económico, teníamos la opción del autobús de larga distancia. Pero su lentitud e incomodidad no nos harían ningún favor.
¿Y qué tal algo tan obvio como alquilar un coche? Acostumbrados a los precios de México y EE.UU., pronto nos abrumamos con lo caros que pueden ser los alquileres de coche en España. Investigando soluciones más modernas, dimos con alguna que otra propuesta conocida: Blablacar (pero buscábamos algo que nos otorgara más libertad de movimientos), Car2Go (tampoco nos servía, al no funcionar fuera de núcleos urbanos), y Wible (el mismo problema anterior)…
Entonces dimos con Drivy. La idea me cautivó desde el inicio: particulares alquilan sus coches a terceros pagando solamente por el tiempo que lo usan (normalmente unos días o unas horas), y el conductor cliente puede usar el vehículo con total libertad. A esto se le conoce también como “carsharing”. Rápidamente me puse en contacto con el equipo Drivy para proponerles una colaboración, que con gusto aceptaron.
Usar la app resultó fácil e intuitivo; subí una foto de mi licencia de conducir y al ratito ya estaba dada de alta en Drivy. Un mapa me reveló los coches que había cerca de mí, con sus especificaciones, precios y reseñas. Tras un breve proceso de selección, di con un amplio y eficiente Seat Altea, a apenas 21 euros al día. Al escoger el coche, se me abrió un chat de comunicación directa con el dueño (perfecto para aclarar dudas propias de un usuario primerizo de la app o del propio vehículo). Pagué con tarjeta desde la app y pronto tuve la información de dónde estaría mi coche esperándome.
El proceso resultó sumamente sencillo, tanto que me quedé sorprendida al ver que no lidiaba con largos contratos de letra pequeña, retención de tarjetas de crédito, tasas adicionales inesperadas, etc. (los greatest hits del alquiler de coches tradicional, vaya). Solo había que cumplir un par de sencillas condiciones. La primera era devolver el coche en el mismo lugar donde lo alquilé –a fin y al cabo, se trata del coche de alguien. Dado que Madrid fue nuestro “campamento base” en nuestro épico viaje por España, no habría problema en cumplir este apartado. La segunda condición era que, durante nuestra tenencia, teníamos 200 km al día incluidos, hasta un máximo de 1,200km por alquiler. A partir de ahí, cada kilómetro adicional tendría un coste extra (éste dependía de la marca y modelo del coche, siendo en nuestro caso un monto de 0.11 euros/km). Eché cuentas y comprobé que, aun con esto, hacer carsharing con Drivy me saldría sustancialmente más barato que un alquiler tradicional.
Quizá pienses que lo siguiente fue quedar con Joaquín para que me entregara las llaves de su coche, ¡pero no! El mapa de la app me condujo hasta el coche, que Joaquín había dejado aparcado en un sitio céntrico de Madrid. Tras hacer el contrato por el celular: (comprobar el estado exterior e interior del coche con unas fotos que tomé desde mi celular), era hora de acceder al vehículo. Gracias a la tecnología de “Drivy Open”, pude hacer todo el proceso desde la app; un botón me invitaba a abrir el vehículo, y al tocar la pantalla del teléfono escuché cómo las cerraduras del coche se liberaban. ¡Magia! Joaquín había dejado el coche en perfecto estado de revista, con las llaves del coche en el interior de la guantera, listo para emprender nuestro periplo español.
De la mano de Drivy recorrimos las castizas calles de Madrid, las verdes praderas de Cantabria, los afilados montes del País Vasco, la parca estepa castellana, la meseta manchega con sus molinos y los olivares de Andalucía. El descubrimiento de hacer carsharing con Drivy fue uno de esos momentos en los que sientes que el status quo queda alterado para siempre. No sentía algo similar desde que, allá por 2011, probé por primera vez Airbnb, una idea que a través de los años nos ha permitido viajar con mayor facilidad y acometer proyectos que nos habrían costado muchísimo de otro modo. Seamos sinceros; tener coche es una bendición y una maldición a la vez. Bendición por la libertad y autonomía que te otorgan. Maldición porque comprar y mantener un coche suponen muchísimo gasto; seguros, reparaciones, aparcamiento, ITV, lavados… Si hubiera una manera de quedarse solo con la parte que es una bendición, ¿no lo harías? Y de la maldición, ¡que se ocupe otro!
Al devolver el Seat de Joaquín en Madrid, sentí pena por haber acabado un viaje tan intenso y bonito, y por finalizar mi primera experiencia en Drivy. No obstante, me fui con la firme convicción de volver a usar esta app en el futuro y con la ilusión de recomendarla a todos los amantes del viaje como yo.
Si no conoces todavía Drivy, ¡infórmate más sobre esta app de carsharing en www.drivy.es y regístrate usando mi link http://bit.ly/DrivyCooquette para obtener 10 euros de descuento en tu primer alquiler!
Cabe mencionar que Drivy ha sido comprada por GetAround, una marca de carsharing bastante conocida en EE.UU. así que no puedo esperar a utilizar su servicio en los roadtrips que hacemos a veces por California o en otros estados americanos. ¡Comenta dónde lo utilizarías tú! 🙂
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